Conversaciones difíciles

¿Quién no ha discutido alguna vez con su suegra? ¿Quién no ha tenido que confrontar nunca con un compañero de trabajo? ¿Qué pareja no discute o discrepa? Las conversaciones difíciles son parte de nuestra vida, situaciones que ponen a prueba nuestra forma de comunicarnos y de responder ante los demás.

«Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.»

Aristóteles.

Recursos básicos.

-Mantener la calma: Controlar tu nivel de excitación y utilizar todas las estrategias o recursos de que dispongas para mantenerte tranquilo. Esta conversación ha de ser tomada como un desafío, no como una crisis.

-Ignorar el drama: Evitando la condescendencia, trata de entender las reacciones de los demás (gritos, llantos, críticas destructivas…) pero no las empoderes.

-Utilizar frases del tipo “Por favor, habla más despacio. Me gustaría ayudar”: En ocasiones es contraproducente pedir a la otra persona que no grite (en un ambiente tenso, de disputa, puede interpretarlo como una orden) y frases que ralenticen la situación pueden ayudar; rompen el patrón rápido y sin control de la conversación, da tiempo a reflexionar y actuar con calma.

-Utilizar preguntas del tipo “¿Qué te gustaría que haga?”: Cuando tenemos frente a nosotros alguien enfadado y atacante, lo importante es hacer algo diferente que le saque de esa situación; cambiar la situación de ataque a una de negociación.

-Menos explicaciones y más preguntas: Tendemos a explicarnos mucho cuando discutimos y dar la impresión de que “yo tengo la razón y tú no”. Lo mejor es preguntar y no decir a los demás lo que tienen que hacer o aceptar con demasiadas explicaciones. En esta línea, además, es fundamental poner en práctica la escucha activa, tratar de experimentar la emoción que está sintiendo la otra persona sin tener que estar de acuerdo necesariamente con el contenido de lo que nos están diciendo.

-Empezar nuestras frases con expresiones del tipo “Me gustaría…”: Solemos comenzar muchas frases en estas situaciones con expresiones del tipo “Tú eres…” y estas se interpretan como acusaciones que nos alejan de un clima calmado y de entendimiento.

-Dejar que la otra parte tenga la última palabra: Intentar tener la última palabra puede ser interpretado como un acto de querer dominar la situación y demostrar quién tiene razón lo que nos aparta de un ambiente de negociación. Es positivo dejar que la otra parte sienta que tiene la razón si esto nos permite conseguir nuestra meta de todas formas.

-No olvides tus derechos asertivos: Tenemos múltiples derechos y deberes como personas asertivas que quieren llegar a sus metas procurando no dañar a los demás. No los olvides.


“Si estamos muy pendientes de no herir a nadie en ninguna circunstancia, acabaremos lastimándonos a nosotros mismos y a los demás”

P. Jakubowski.