¿Para qué puede servir la cuarentena?

La cuarentena puede ser una oportunidad si cada uno logra darle la trascendencia que crea oportuna. Darle trascendencia a un momento histórico como el que vivimos, que desconocemos y nos puede hacer sentir incómodos (que sería lo más natural) es creer en que tiene un propósito todo el esfuerzo que sin duda estamos haciendo, que tiene un sentido colectivo e individual.

Concretamente, este confinamiento podría servirnos…

-Para poner orden fuera, en los hogares, que equilibra el orden interior de cada uno así como si mantener la mesa despejada, despejara nuestra mente (y al revés).

-Para limpiar los cajones de ese armario (cuerpo/alma) y ordenar por dentro. Para volver a nuestro centro (donde uno se siente seguro, conforme, capaz, coherente) y seguir creciendo cada vez más fuertes.

-Para cuidar y valorar lo que está, lo que importa. Es en estas situaciones vitales en las que podemos comprobar en qué estado se encuentran nuestras redes de apoyo y sociales y es responsabilidad de cada uno cuidarlas, alimentarlas.

-Para desechar lo malo, lo perjudicial o tóxico que estábamos manteniendo alrededor. Para dejar que se vaya aprovechando esta distancia para comprobar que se puede vivir sin necesitarlo, que es mejor soltar lastre y aprender a dejar ir.

-Para aprender sobre más cosas y mejor. Es un estupendo momento para retomar esas materias que dejamos por el camino, eso que siempre quise estudiar pero no tuve oportunidad, eso que no quiero dejar de aprender o que tengo que perfeccionar. Todo eso.

-Para hacer todas esas minitareas que posponemos una y otra vez cuando vivimos en una situación de normalidad y que, si bien no son urgentes y quizás tampoco importantes, el hecho de hacerlas genera una gran satisfacción.

-Para dar ejemplo y ayudar a brillar en estas situaciones. Todos aprendemos por observación, no sólo los niños, y procurar ser alguien que sea responsable con las normas que ahora debemos cumplir por el bien de todos, que irradie calma, que discrimine la información relevante de la desinformación, que inspire confianza y esperanza…es ser un buen ejemplo.

-Para olvidar el “yoísmo” y ser conscientes de nuestra vulnerabilidad; lo prescindibles y a la vez lo importantes que somos para algunas personas en este mundo, incluso lo importante que somos para el mundo porque formamos todos parte de él.

-Para mantener a raya nuestra ilusión de control (en qué medida creo que puedo cambiar las cosas y que están bajo mi dominio) en una situación en la que puedo hacer mucho por mí y por los demás pero a pequeña escala. Para ser responsables en una situación de vida o muerte.

-Para no olvidarme de las personas que ya estaban antes de esta crisis en una situación de vulnerabilidad; para abrir mi consciencia a otras realidades y poner en práctica la empatía.

-Para entrenar músculos que se atrofiaron con las prisas: la tolerancia a la frustración, el saber esperar si es que tiene que llegar la gratificación; el control de nuestras emociones (la ansiedad, el estrés, la ira…); el saber conscientemente que lo que hago lo decido yo (bajo mis valores, bajo mi propio criterio) y no las circunstancias por entero; despertar nuestra creatividad, dejar salir al niño que llevamos dentro; la resiliencia, esa capacidad de adaptarse a situaciones adversas que tienen un aprendizaje ahí para nosotros, para todos; el poder que tiene el ser amable porque los demás también tienen miedo, no son tan distintos a uno mismo y una sonrisa y una buena palabra calman y sanan; el sentimiento de comunidad, de hermandad en bloques de hormigón con personas dentro.

-Para abandonar la “fast life” del piloto automático y limitarnos a ser y estar: disfrutar jugando con los hijos; reorganizar el hogar con la pareja; pasar tiempo juntos alrededor de un juego que implique mirarnos a la cara; olvidar un rato el móvil o el e-mail con sus urgencias porque estoy atendiendo a lo importante; saborear lo que es un abrazo, una caricia, unas palabras dulces…saborear que estamos sanos y vivos en cada amanecer.

-Para sentirnos afortunados por lo que ya tenemos y generalmente no valoramos. Atendiendo a la Pirámide de Maslow, afortunadamente una gran mayoría aún mantiene casi todas sus necesidades satisfechas incluso en un momento como este. Agradecimiento diario.

-Para darle importancia a nuestra salud, no sólo física, sino mental. Este confinamiento no deja mucho tiempo de reflexión pero hay que saber manejar esto que a menudo no practicamos. Bienvenidos los hábitos deportivos, bienvenidos los hábitos que cuidan de la mente y del alma.

-Para confiar, para tener fé (lo que a cada uno le ayude) en el ser humano (claro ejemplo, el sacrificio en primera línea de batalla de los sanitarios, de los dependientes en supermercados, de los transportistas en nuestras carreteras, de las farmacéuticas, de los que atienden en el kiosko, de los que se dedican a la limpieza, de los periodistas, de otros sanitarios dispuestos a aportar a través de las redes…de tantos seres humanos) y a confiar en la vida que se desequilibra y se equilibra a su tiempo.

-Para saber que se hace historia todos los días de la vida (ya no tendremos otro 6 de abril del 2020) e, incluso en estas circunstancias, podemos elegir cómo quedará escrita, si nos enfocaremos y empoderaremos lo prosocial que es lo que ahora nos hace falta.

Zona de miedo. Zona de aprendizaje. Zona de crecimiento.

Tenemos que vivir esta experiencia con apertura: está ahí y hay que ir encontrando la mejor forma para cada uno y en comunidad para vivirla respetuosamente. Está aquí porque tiene algo que decirnos y puede ser tremendamente provechosa.