Este síndrome psiquiátrico de rara aparición consiste en la transmisión de un síntoma psicótico de un individuo a otro (por eso se traduce como «locura de dos»). Fue acuñado en Francia en 1877 por Laségue y Falret bajo la hipótesis de esa posible transmisión de un trastorno psiquiátrico entre individuos que guardan parentesco, han convivido estrechamente aislados y entre los que un individuo domina a otro.
Esta enfermedad padecida «a duo» está caracterizada por la presencia de síntomas psicóticos similares (generalmente ideas delirantes– creencias falsas basadas en una interpretación incorrecta de la realidad que es firmemente sostenida por un individuo-). Los dos individuos tienden a mantener una relación desigual, a aislarse del entorno desarrollando una interdependencia enfermiza favoreciendo la apariencia de una pareja fuertemente cohesionada que comparte un conjunto de creencias de tipo paranoide. Lo más frecuente es que sólo uno de los individuos sufra un auténtico trastorno psicótico (caso primario) y es el que induce en el otro la aparición de síntomas similares.
A pesar de lo incierto respecto a las cifras de incidencia y prevalencia de esta condición psiquiátrica, hay evidencia científica respecto a los lazos de sangre o de una relación muy cercana entre las personas que lo padecen. Frecuentemente se encuentra en diadas del tipo madre-hijo, padre-hijo, hermana-hermana, un matrimonio e incluso amigos muy íntimos.
El mecanismo por el cual se genera la inducción de las ideas delirantes en el individuo receptor (caso secundario) es todavía poco entendido para la Psiquiatría aunque se puede reconocer que esta díada experimenta una relación de dominancia-sumisión/pasividad; de esta forma, la persona dominante y origen de la psicosis representa una autoridad para la persona más pasiva que es típicamente dependiente y más sugestionable.
El Trastorno psicótico compartido permite que la persona dominante mantenga el contacto con la realidad; para la persona mentalmente más sana puede que sea una manera de satisfacer las necesidades de dependencia y así evitar la amenaza y hostilidad del individuo autoritario.
Es un trastorno que se va desarrollando de manera paulatina: el individuo delirante primario va ganando convicción respecto a sus creencias legitimadas por la persona allegada y sobre la que mantiene cierta autoridad; el otro polo, el de la persona más sugestionable y dependiente que forma parte de esta profunda relación emocional, va interiorizando esas ideas como algo real y normal.
Existe tratamiento para esta patología fundamentado en la separación de la pareja para evitar las condiciones de inducción de las ideas delirantes.